En un mundo
donde hasta el viento
pasa manchado
de sangre,
la solidaridad y la paz
son las únicas banderas
que nos quedan,
sobre todo ahora
que el pensamiento
se fija en la nada,
tan cerca
de los acantilados,
que en un descuido
siempre habrá alguien
que nos empuje
desde ellos al vacío.
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