Una nocturna sombra
de sí divagó
en un mundo
que desconoce
su contorno insular.
Las estrellas aparentan
calidez y ensoñación
en un cielo engañado
en su verde rencor
llano y plástico.
Una pareja. Un puente.
Quizás un secreto.
Palabras. Palabras...
Seguramente tejen
un mundo de palabras.
Las casas
en su lucidez solitaria
del insomnio humano, enclaustran la posibilidad
de un nosotros.
La ciudad, ese murmullo
soliviantado en un mañana
(Rémora entonada
por los gallos),
muere y nace
en su improvisación
luctuosa.
La traición, diría un poeta,
es ausentarse
de ese fuego desvanecido.
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