La épica, si la hay,
está en la retaguardia.
La épica es el cuidado
de niños y viejos,
la cocción de la comida,
la recogida del fruto,
el cepillo que pule la madera.
La épica no es el fusil,
es la escoba,
no está en los frentes,
sino en la retaguardia,
el lugar que nutre
la carne de cañón
para las guerras que declaran
quiénes nunca
participarán en ellas.
Miro hacia
los que contribuyeron
a sostener mi vida
y hago elogio de ese tejido.
De igual modo,
miro hacia el mar
y contemplo la aventura
de nuestro tiempo
y el desprecio
hacia lo diferente
que nos rodea.
El mundo es una patera
a la deriva.
Siempre he pensado
que la paz es la guerra
por otros medios.
Por eso la retaguardia
está dispuesta cada amanecer
para seguir adelante
a pesar del desánimo
que produce tener
tanta mediocridad
tomando decisiones
en nombre nuestro.

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