Sé de mi vientre
que las manos de un dios
no son más grandes
que las mías.
Sé de mi vientre
que nada cambiará
en la mañana,
que la vida que llevamos
es solo un préstamo
y alguien habrá de pagarlo,
que los virus dormidos
despertarán
y no harán falta
juicios ni jurados.
Confío en que el olor
y la música sean más fuertes
que el Alzhéimer.
El dolor es un buen maestro,
de los mejores
si tu altura de miras
te permite sacar
consecuencias positivas.
El placer se olvida rápido,
solo se disfruta realmente
cuando se anhela,
así el estallido, así la muerte
que llegue en tromba,
que no deje huella ni rastro,
que nadie la nombre
pues su peso
es el de cien Atlas
con los hombros en llamas.
La vida es lo que tomo.
¿Qué quieres?
La vida lenta y profunda
de un poeta desnudo.
¿Qué tomas?
El conocimiento
que quieran darme,
el amor, la música,
el latido del volcán
que calienta ceniza,
polvo de estrellas
cuerpos yendo y viniendo,
mis amigos animales,
un cometa, un destello,
una puerta abierta
siempre al futuro.
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