Feliz aquel que se demora
en la luz del crepúsculo;
el que acaricia los recuerdos,
el que se reconoce
en la brizna de un pétalo.
Qué descansada vida
no ambicionar
más que un lento desfile
de nubes por el cielo.
Dichosos los que
ignoran los relojes
bajo la sombra de la higuera;
los que conversan
con flores y pájaros.
Los que dejan, como señal
de su paso por este mundo,
una hermosa alameda
donde crecen
las flores del recuerdo.
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