Violencias que soportar
y que compartes con seres
tan escasos de cerebro
y de valores como tú.
Cuando se hayan
superado ya los años,
te cuelguen las babas
de la boca y estudien
tu creatinina otra vez,
encontrarán que más allá
del patriotismo que enarbolas
se esconde un malvado
que atenaza su cerebro
con venenos oxidados
y productos diversos
para desarrollar musculitos.
Alguien que concibe el mundo
a partir de posologías
y miserias morales,
que añora un sueño
donde se representa
la represión salvaje
de los que consideras
como enemigos:
Evidentemente todos
los que no pensamos
como los que piensan como tú.
Por qué tendríamos
que aceptar tus delirios
de pensamiento violento.
Al contrario,
se trata de conseguirte
una condena social
de soledad absoluta.
Y que te pudras
con tu odio irracional
en esa cama que inquieta
con su olor,
con el vaso de agua lejano
que miras con sed,
con locura,
el escozor de tu postilla
que es fuego.
Consideras que todo
te ha sido entregado
por ese dios que consideras
tuyo en exclusividad,
pero que se estremece
horrorizado
cada vez que abres
tu boca de monstruo
o realizas cualquier acto
contra los más débiles
e indefensos
de la escala social.
Tendrás que asumir
la derrota cuando toque
porque es inevitable
y nos harías un favor
si partieses al destierro,
a esa atribulada región
de los hipócritas
que viven sin un corazón
latiendo en su pecho.
Nos quedaría un perfume
dulce en el ambiente,
al liberarnos de tu aliento,
que es imposible dejar
de imaginar como algo
primorosamente repugnante.

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