Dentro de la nevera
siempre es de día.
Las cosas que están
ahí no se quejan,
no le piden a ningún dios
que apague la luz.
Esperan su turno.
Algunas se vencen,
pero se quedan igual.
Me gustaría ser
la botella de agua
que siempre recargo
para cuando me apetece
beberla fresca.
Algo que acepta su destino
sin escándalos.
Los alimentos
que están ahí no se quejan,
no le piden a ningún dios
que haga algo por ellos.
Saben que todo
lo que brilla es satélite
de alguna estrella opaca.
Algún día esa estrella
dejará de existir
antes que sus rayos
y despertaremos
de una fe ridícula.
Si no hubiese cosas
más tristes que esa,
esa sería algo muy triste.

No hay comentarios:
Publicar un comentario