Permíteme tener
los ojos grandes.
Tener los ojos grandes
es un acto de voluntad,
básicamente
aceptar ser pieza
de caza del asombro.
Yo consiento:
cómeme el corazón
en el rito ancestral
de la belleza,
deja hueco a lo atávico
salvaje
en la pupila absorta.
Hospeda una revelación
que la dilate,
la haga pura o antártica,
que haga del ojo
devoración
de oscuras autopistas.
Pupila: crece
hacia lo alto
desmesurada estrella
incertidumbre y fuego
ascuas en ascuas.
Déjame tener
los ojos grandes
y una fuente en mi centro,
una fuente que duela
y que refulja.
Quizá eso es la poesía:
un trepar de mí mismo
por mis ojos,
una herida que piensa.
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