Aprender a dejar
de ser centro de nadie.
Aprender a dejar de ser
incluso
el centro de uno mismo.
Aprender poco a poco
a traspasar los límites,
a estar alrededor,
a habitar las afueras.
Y mirar, asombrado,
en la distancia
tu yo desposeyéndose,
entregándose a todo
por el puro placer
de estar, de verse
perdido en cada cosa.
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