martes, 8 de abril de 2025

REFLEXIÓN: LA CULPA


La pesada mochila de la culpa nos va quebrando la espalda. No nos enseñan a ser compasivos con nosotros mismos. Nos enseñan a ser exigentes, muy exigentes, extraordinariamente exigentes, y a culparnos cuando nos equivocamos. La culpa es ese castigo que descarga nuestra conciencia sobre nosotros, de acuerdo con los parámetros que nos han inculcado, no lo hemos hecho bien. Y nos lastra. Y nos pesa. Cuando no, para no sentirla, la lanzamos al de al lado o a las cosas materiales. Desde pequeños nos enseñan que para todo hay que buscar culpables. Que si te golpeas con la mesa, a buen seguro que la mesa es mala porque no supo o no quiso esquivarte. Que si algo no sale bien, quizás sea culpa tuya porque no me advertiste a tiempo de lo que yo necesitaba saber. La culpa es castigo, y el castigo nos aplasta. Todo castigo es violencia, y la violencia genera más violencia. As í entramos en una espiral interminable. Y nos machacamos interna o externamente porque no soy como debería ser, o el mundo no es como debería. Sin darnos cuenta de que no hay realidades absolutas, ni las cosas deberían ser diferentes a como son. Que si enseñáramos nociones básicas de autoestima y autocuidado, en el mundo habría muchas menos desgracias, mucha menos violencia. Que el desvalor y el complejo de inferioridad sacan lo peor de nosotros. Hace falta más perdón, más compasión y menos culpa. Más miradas amables y menos miradas de censura. Más manos tendidas y menos juicio implacable. Hace falta enseñar que no hay camino sin error. Y que el error no es una mancha indeleble que nos marcará para siempre, sino una estupenda escuela para aprender de la vida. 

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