Quisiera especializarme
en perspectivas,
en el punto de fuga
de los tejados hacia el este,
y en el ahondarse imaginario
de los grises, los amarillos.
En la luz de la tarde,
ese hermoso milagro
del florecer en primavera
y en el nublado del amanecer
apuntando a la lluvia.
Y ponerme al servicio
del nervio de los pájaros,
en el mundo del respeto
a sus maravillas sonoras.
Inclinarme por las cosas
que se muestran a solas,
la calle curva, un mirlo,
las metáforas
privadas para un monte,
los blancos discretos
en el corazón humano
para obtener la sonrisa
que saque de lo anodino
una jornada
y la mueva hacia
el lado positivo de la vida.
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