martes, 11 de marzo de 2025
REFLEXIÓN: LOS JUECES Y EL HUMOR
Quién sabe por qué, pero abunda en España un tipo de juez que necesita que le expliquen los chistes, y han adoptado la costumbre de interrogar a los humoristas, y a veces, incluso, condenarlos. El último ha sido Héctor de Miguel, alias Quequé, pero por los juzgados han pasado tantos cómicos (me vienen a la cabeza unos cuantos sin esforzarme) que ya va siendo hora de incluir una asignatura de teoría del humor en los planes de estudio de Derecho y en las oposiciones a la juriscatura. Nos ahorraríamos así el bochorno de ver a los pobres humoristas dando explicaciones de lo que no se puede explicar. “Era una broma”, declaró Héctor de Miguel, y poco más puede añadirse. Son bromas. Usted se ríe o no, pero no hay más. Y que una justicia lentísima, atascada y que presta un servicio deficiente al ciudadano dedique sus limitados recursos a que le expliquen los chistes a un juez es el peor chiste que nos podían contar. Uno malo de veras, que solo provoca una risa sardónica y desencantada. En mi caso, peor aún, porque no me hace ni puñetera gracia. Y para acabar esta reflexión, lanzo una pregunta: ¿En el sistema judicial no hay ningún organismo, no hay ningún protocolo, que se encargue de poner en su sitio a un juez que se extralimita en sus funciones? Porque da la impresión de que mientras sus señorías mantengan una determinante línea ideológica tienen carta blanca para hacer en sus juzgados lo que les de su injusticiera gana.
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