Caravaggio (1571-1610) pintó no solo cuadros, sino fragmentos de vida capturando emociones crudas y auténticas con su magistral uso de la luz. ¿Sus modelos a seguir? No eran santos ni nobles idealizados, sino personas reales: mendigos, prostitutas, amigos y él mismo.
Fue un pintor revolucionario del Barroco, conocido por su uso del claroscuro y su realismo impactante. A diferencia de otros artistas contemporáneos, no idealizaba a sus personajes; los santos y vírgenes que representaba eran mendigos, prostitutas y gente común de las calles de Roma. En obras como La Muerte de la Virgen o David con la cabeza de Goliat, sus rostros transmiten emociones crudas, marcadas por el sufrimiento y la vida real. Su estilo dramático y naturalista rompió con las convenciones artísticas de su época, influenciando a generaciones posteriores. Impresionan los gestos de las caras de nuestra imagen.
Su vida fue tan turbulenta como su arte. De temperamento violento, protagonizó múltiples peleas y, en 1606, mató a un hombre en una disputa, lo que lo obligó a huir de Roma. Durante su exilio, siguió pintando y dejando autorretratos cargados de angustia. Buscó el perdón papal, pero murió en circunstancias misteriosas en 1610. Su legado transformó la pintura barroca, haciendo del realismo y la luz herramientas para narrar historias intensamente humanas.
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