A veces
quien sabe lo jodido
de irse a la cama
con hambre o frío
no puede elegir
el color del látigo.
A veces
la prisa condiciona
la respuesta
atrapados en la urgencia
del día siguiente.
A veces
cuando estamos ocupados
en sobrevivir olvidamos
que el futuro del planeta
no se decide
en grandes cumbres
sino en pueblos pequeños.
A veces
se nos pasa que el tiempo
no vuelve
y la vida es muy corta
para hacer horas extras
o estar atado
a las llamadas del jefe
durante el tiempo libre.
A veces
alguien apoya
las miserias que vomitan
en época de pestes
los impresentables
para seguir siendo nadies
blasfemar en harapos
y vivir en una constante
caída a los abismos.
A veces
la vida nos pasa por encima
y la excepción
se convierte en norma
alejándonos de la esencia
de las raíces...
Por eso
el mundo tiene que cambiar
desandar el camino
desaprender lo aprendido
e inventar un triángulo
sin aristas
de matemáticas imperfectas
como impulso
de transformación.
Y volver a lo colectivo
al futuro navegar
por el ecosistema
de sentimientos
y en cada latido
llamarnos
escucharnos
abrazarnos
reconocernos
recordar lo importante:
que la dignidad
nunca tiene precio
salvarnos todos
al mismo tiempo
y sembrar la esperanza
en la voz de nuestros hijos
porque las caricias enseñan
más que las cicatrices.
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