El cielo en perspectiva
la tierra evaporada,
este es el fin de la utopía.
¡Despertar!
Despertar a otro sueño
sin soñador,
despertar del letargo
de las demoliciones,
el daño irreparable
y el algoritmo inquieto
de las sociedades anónimas,
las ilusiones perdidas
y la obligación de ser otro.
Ya hay una nueva religión,
se llama nada
y ya existe un nuevo mesías,
se llama nadie.
Ya podemos pasar
a ver al paciente,
crepúsculo de los dioses
postrado en su camastro,
escuchando y pronunciando
palabras desinfectadas,
inútiles aforismos,
hoy que nuestros
sentimientos
gotean controlados
por el catéter limpio
de las ilusiones
de fraternidad
compasión
felicidad
y larga vida.
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