En 1906 el pintor valenciano Antoni Fillol realizó una obra que tituló sorprendentemente como "El sátiro". En ella se muestra una escena referida a una violación, un tema absolutamente tabú entonces muy lejos de las representaciones mitológicas y religiosas donde sí se recogían este tipo de sucesos. Fillol relató con su pintura la violación de una niña, un hecho real que el artista conoció por la prensa local.
La obra representa una rueda de reconocimiento en las Torres de Quart, donde en presencia de un alguacil y un par de funcionarios que no esconden su aburrimiento, toman presencia un abuelo vestido con camisa de labrador y una aterrada niña de unos seis años de edad.
La pequeñez de la niña recibe toda la carga emocional de la escena, se muerde las manos medio escondiéndose la cara llena de temor, pese a estar arropada por el abuelo, que la anima cariñosamente a delatar a su violador. Mientras, cuatro presos pasan delante y dos de ellos se vuelven en actitud soberbia. El pintor nos pone en la tesitura de descubrir entre los rostros y los gestos de los cuatro hombres al culpable de semejante salvajada, pero también nos permite la duda sobre si existe más de un agresor en la estancia. Al mismo tiempo, nos plantea otras preguntas ¿Dónde está el padre? ¿Por qué la pequeña no está acompañada por su madre? Sin duda el pintor nos está situando ante un escenario sobrecogedor y de gran dureza.
El sátiro es un lienzo de gran formato, mide dos metros de alto por tres de ancho y fue presentado en la Exposición Nacional de 1906, pero fue rechazado por ser considerado inmoral. Solamente fue expuesto una vez, y fue en el Círculo Regional Valenciano de Madrid, a la clausura de la muestra se enrolló y durante más de un siglo estuvo desaparecido.
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