¿Y si saliéramos
de las cloacas
con los intestinos
puestos del revés
y los calcetines
empapados
de corazones
boquiabiertos?
¿Y si de golpe
cerráramos
todos nuestros féretros
de manera
que no fuéramos
una competición
de zombies?
¿Y si dejáramos
de ser herida
tras cada mantel
avizorar peldaños
de humedad
por encima de tanta
escalera mecánica?
¿Y si todos acogiéramos
como mantel de cada día
tan solo ansias de briznas
tan solo migas de pan
tan solo y tan llenos
de suspiros de sexo
y de racimos de tristeza
de ésa que sobreviene
en el mar
y nos incita a abrazarnos?
¿Y si los hombres
nos tornásemos
almendros
con su boca blanca
y su lengua primaveral
inesperadamente
en medio de este suelo
cada vez más seco
y sin futuro?
¿Y si dejáramos
al viento
hacer su misión
de viento
que nos diera besos
y más besos
y no supiéramos
cuál fuese
la última boca
que nos habría de besar?
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