Como los extras
de una película,
que nos obsequian
su apariencia
para que lo que vemos
sea creíble,
pues solo así,
identificándonos
con lo que ocurre
nos cautiva lo que ocurre
en la pantalla.
Como los extras,
vaciados de sustancia
como ellos
y sin embargo vivos.
Las estrellas son otros,
a nosotros solo nos piden
que nos movamos
de un lado a otro
cuidándonos de no mirar
hacia la cámara
(con lo difícil que es fingir
que ella no existe).
Como los extras,
vivir de andar
como prestados
desde que amanece,
de cuerpo entero
pero incorpóreos
sin que nadie cuente
con nosotros,
llevándonos las migajas
para que otros se completen
a costa nuestra.
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