Uno se puede volver camino
y llenarse de piedras,
acumular polvo
coleccionar huellas
de caminantes
que no permanecen
o adornar sus veredas
con amapolas y margaritas.
También se puede
volver calle y atravesar
corazones enteros
llenos de esmog
dejar de sentir deseo
o brillar de neón en la noche
para desmentir olvidos
como bailarinas exóticas.
Uno decide si es más
avenida o autopista
depende de la velocidad
con la que se navegue
al abismo o lo presurosa
que sea la llegada
al mortuorio destino.
En fin, yo prefiero
ser vía láctea, agonizar
entre átomos incontables
no entender de rutas
ni de bifurcaciones
aunque a veces me pierda,
expandirme sin miramientos
entre los designios del universo
y entretejer paso a paso
un lugar sobre el que pueda
posar mis brazos
y ver más allá, solo eso.
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