De por qué vine aquí
nadie me da respuesta.
Hace ya mucho tiempo
que lo pregunto en vano
a todo cuanto ahora
reconozco y me mira:
el color de la piedra
y la exacta ventana
separada en el muro
como frágil frontera,
el olvido abrasado
y en su ser retorcido,
el sendero que vuelve
no sabemos de dónde.
¿Su silencio es mi ausencia?
¿Estará en su memoria
algún recuerdo mío?
Vagamente en la humedad
de los cristales
se descubre el alzado
de otra casa distinta.
Es, imprecisa, aquella
anterior al olvido.
La claridad que los azota
esconde una luz
de otro tiempo:
su sombra oculta ciega
que me observa.
Conservo en lo leído
la imagen de la bruma
cerniendo su amenaza.
El paisaje final de una batalla
recorre en su insistencia
mi memoria,
y en su visión me ignoro.
A la noche, los astros
señalan viejas rutas.
Pero ya no oriento mis pasos
hacia nuevos viajes,
al final nunca llegas
a donde habías pensado.
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