miércoles, 25 de diciembre de 2024

POESÍA: ME SALVÓ LA POESÍA

 


Me salvó la poesía

de ese triste destino

de los días iguales

y los mansos espejos

que repiten los gestos

de aquellos que se atreven

a cruzar por delante de la vida

y detienen su paso

para mirarse en ella.


La vida es un espejo

que duplica

los sueños imposibles

de aquellos que se asoman

al brocal del espejo

sin fondo de la existencia.

La vida es un espejo

que de forma angustiosa

se torna un espejismo,

una quimera triste

como el triste destino

de los días iguales

y las noches de insomnio

donde el amor nos duele

como duele la ausencia

de una mano amputada,

como duele el recuerdo

del don de la inocencia

perdida para siempre

cuando la infancia cede

frente a los argumentos

del tiempo y de la vida.


Como cualquier espejo,

la vida es una trampa.

A cierta edad la vida

no refleja los sueños,

solamente

la ruina de los sueños,

los escombros del alma,

los despojos del tiempo,

o el buitre del cansancio

que un día tras otro

devora las entrañas

de nuestra existencia.

A cierta edad la vida

nos alcanza de lleno.

Como un ladrón perverso

nos despoja

de nuestras ilusiones

y de muy malos modos

nos obliga a obedecer

las leyes nunca escritas

del tiempo y sus secuaces.


Reside en la obediencia

el misterio de un mundo

construido con palabras,

pero a mí, sin saberlo,

me salvó la poesía.

En los versos hallé

la verdad que la vida

me negaba ―no la falsa

verdad de los espejos―,

sino aquella verdad

que nos eleva por encima

del dolor y la pena.


En los versos hallé

la verdad del amor,

la razón para ser

quien yo quería,

para escapar

de la tristeza quieta

de los días iguales

y las noches de insomnio

donde la ausencia duele

como un miembro amputado.

Ellos fueron la puerta de salida

al cruel laberinto

de los mansos espejos

que duplican

los sueños y los gestos

en un juego infinito

de reflejos sombríos.

De no ser más que un hombre

sin amor y sin sueños,

condenado al fracaso

de los días iguales,

al miedo a los espejos,

que es el miedo a la vida,

me salvó, sin saberlo,

me salvó la poesía.

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