Anabel y Luis llevan diez años casados, viven en un piso hipotecado y son donantes de sangre. Luis era reacio, pero su mujer lo convenció. Anabel es una buena persona a la que nada le parece más importante que salvar vidas humanas, además se considera a si misma una mujer moderna y laica.
Anabel, por cierto, es amiga de Ana. Ana es cuñada de Enrique. Enrique es primo de Juan. Juan es el mejor amigo de Asunción. Asunción es hermana de Beatriz. Beatriz es la esposa de David O. Segovia, un importante financiero (aunque la «O» no signifique nada) y socio mayoritario de uno de los bancos más influyentes del país. Hace tan solo un mes sufrió un accidente de tráfico en el que estuvo a punto de perder la vida. Finalmente se salvó, aunque para ello necesitaron varias transfusiones de sangre (todas del grupo O). Parte de esa sangre –lo sé de buena tinta– era de Luis, el marido de Anabel.
Ni Luis ni Anabel lo saben todavía, pero dentro de tres semanas los directivos de la empresa para la que trabajan –y cuyo presidente ejecutivo es el propio Segovia– harán un gran reajuste de plantilla y los dos serán despedidos. Poco tiempo después serán desahuciados por mediación del banco cuyo socio mayoritario es (¿adivinen?), pues sí, el mismísimo David O. Segovia; un hombre importante al fin y al cabo, un católico que va a misa todos los domingos y que solo vale lo que tiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario