Construir un pensamiento
donde la bondad
y lo misericordioso
habiten junto
a lo bello y lo justo.
Ante los humildes,
entre los enamorados,
dar voz a los desapercibidos
durante la travesía,
hacer visibles a los que habitan
el interior del olvido,
esa zona errónea
de la memoria donde
permanecen insumisos
a toda capitulación
los sueños pendientes
de ser soñados,
y junto a aquellos
dar testimonio
de admirable conmiseración.
Ese ha de ser
el territorio de su virtud,
el de las prudentes ensoñaciones
del habla y la escritura,
el ético y amoroso discurso
de la dulzura y la piedad
frente a los actos de fuerza,
la hermandad de los solos
a la espera de las revelaciones
de lo absoluto.
Tal y como están las cosas
solo nos queda
esa gota de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario