De la oscura grandeza del final
y el radiante comienzo renovado
se admira este romántico ilustrado
que ama el día y la noche por igual.
Que paseará su infelicidad
sabiendo lo que entraña,
si una luz interior lo acompaña
a los umbrales de la soledad.
Brinda por una poesía conmovida
que en el verso late y piensa;
por la belleza, esa virtud propensa
a no dar nuestra esencia por perdida.
Y que traiga su ebriedad al corazón,
la vida en su más alta graduación.
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