“He encontrado a mi alma gemela, cuando estamos juntos todo fluye en perfecta armonía, pero soy un poco escéptico sobre si siente lo mismo”. Nada suena raro, todo suena actual, podría ser un fragmento de una conversación entre dos amigos. Tres de las expresiones de esa frase tienen origen en la filosofía de la Grecia clásica, que nos dejó una herencia lingüística y cultural que forma parte de nuestro vocabulario cotidiano, aunque en ocasiones hayamos deformado su significado a lo largo del tiempo.
- Amor platónico
Pocos términos tienen más definiciones que el de amor, si es que nos atrevemos a definirlo. Platón lo intentó hace unos 2.400 años, dibujándolo como un instrumento para alcanzar la belleza, el ideal más elevado del hombre. Difícil y costoso, pero alcanzable y asequible para todo aquel que quiera aproximarse al conocimiento. Lo que hoy entendemos por amor platónico es una entelequia —palabra acuñada por su discípulo Aristóteles que hoy recoge el Diccionario de la RAE como “cosa irreal”— prácticamente inalcanzable porque lo idealizamos previamente.
- El alma gemela
“El hombre primitivo era redondo, su espalda y sus costados formaban un círculo; y tenía cuatro manos, cuatro pies y una cabeza con dos caras”. La imagen es inquietante, pero así es como narra Aristófanes este mito en El banquete, una de las obras más conocidas de Platón. Tras ofender a los dioses, Zeus ordenó a Apolo que partiese por la mitad a cada individuo, condenándolo a buscar para siempre a… ¿Su otra mitad? ¿Su alma gemela? ¿Su media naranja?
- Armonía
Los conceptos filosóficos con el tiempo se cambian o desfiguran porque la gente tiende a asimilar rasgos particulares de los personajes al frente de ciertas corrientes filosóficas, fijando más la anécdota que el sentido real de la palabra. Un ejemplo es la palabra armonía, que hoy utilizamos como concordia entre personas u objetos, pero en la Grecia clásica solo significaba unión o ensamblaje, no necesariamente concorde. Pitágoras (569-475 antes de nuestra era) relaciona la armonía con la música (relación que ha llegado hasta hoy), concretamente con una melodía producida por el movimiento de los planetas que el oído humano no es capaz de escuchar.
- Cinismo
Decimos que alguien tiene Síndrome de Diógenes si acumula objetos de forma enfermiza. Paradógicamente, el filósofo que da forma al trastorno, Diógenes de Sinope (412-323 a. c.) por renunciar prácticamente a cualquier bien material. Sus únicas pertenencias eran un zurrón, un manto, un báculo y un cuenco al que renunció al ver a un niño beber agua con las manos. Este desprecio hacia lo material era un rasgo común de los miembros de su escuela filosófica, la cínica, que rechazaba la ostentación y lo socialmente establecido. La palabra cínico define hoy a alguien que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas y, probablemente viene de algunos episodios de la vida del propio Diógenes. Se cuenta que durante un banquete y para burlarse de él, le arrojaron huesos como a un perro, a lo que el filósofo respondió comportándose como el animal: levantó una pierna y orinó en la comida de los que le habían ofendido. A ddestacar que la palabra cínico procede de la griega kynikós, que significa perruno.
-Escepticismo
Hay gente que duda de la existencia del amor verdadero. Se les podría llamar los escépticos del amor. Pirrón (360-270 a. c.) creía tener muy claras sus ideas hasta que acompañó a Alejandro Magno en su expedición a la India y vio que había gente con formas de pensar muy diferentes. Creó la Escuela Escéptica, que invitaba a desconfiar de la posibilidad de conocer la verdad. La palabra escepticismo ha conservado casi inalterado su significado y el diccionario de la RAE la define como "desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo".
- Placer hedonista
Llamamos hedonista al que busca el placer, como ya lo buscaba Epicuro (342-270 a.c.). Pero su idea de hedonismo y placer no se corresponde con la de nuestro tiempo. Lo importante para el epicureísmo era que los placeres fueran comunitarios y no egoístas, y daba especial importancia a la amistad y la moderación. El filósofo griego defendía los placeres naturales necesarios, como comer y dormir, así como naturales innecesarios, como el sexo. Los que no se encuadraban en estos dos grupos eran los menos deseables.
- Estoicismo
Es uno de los pensamientos filosóficos más de moda. Fue una escuela fundada a principios del siglo III antes de nuestra era por Zenón de Citio. Pensaban que es posible alcanzar la libertad siendo indiferentes a lo material y a la fortuna guiándonos solo por la razón y siendo impasibles ante los acontecimientos negativos. Este pensamiento llegó hasta el Imperio Romano de Marco Aurelio e influyó en el cristianismo. Uno de sus referentes fue Séneca, filósofo nacido en la Córdoba romana y del que no se puede decir precisamente que pusiera en práctica la renuncia a los bienes materiales. Fue senador bajo cuatro senadores romanos y era multimillonario. Poseía una fortuna de 300 millones de sestercios, frente a los cinco que poseía un senador medio. Pero la mayoría de los estoicos llevaban vidas mucho menos acomodadas: Epícteto (55-135 a. c.), uno de los grandes estoicos, nació en Grecia, pero fue vendido como esclavo en Roma y defendía un ejercicio de contención constante en el que distinguía lo que depende de uno mismo y lo que no. Un sabio debía, ser emocionalmente resistente a la desgracia y él lo fue.
- ¿De qué está hecho el mundo?
Algunas de las ideas filosóficas de la era clásica han llegado al cine. Por poner un ejemplo reciente, en 1923 Pixar estrenó "Elemental", que cuenta la difícil relación que mantienen el fuego y el agua, al no poder tocarse. Aunque hoy la química ha identificado hasta 118 elementos, cuando hablamos de ellos fuera de un laboratorio solemos pensar en 4 y suelen acompañar a esta atormentada pareja el aire y la tierra. La idea no fue de Pixar, sino de Empedócles de Agrigento, filósofo del siglo V antes de nuestra era, que estableció esos cuatro elementos, a los que "les une la amistad y el odio los separa". Estos pensadores buscaron una explicación científica a los hechos materiales, en lugar de recurrir a la religión o la mitología, y sentaron las bases del pensamiento científico: Anaxímenes y Tales de Mileto escogieron el agua como principio elemental. Heráclito, el fuego. Y Jenófanes, la tierra.
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