No importa
dónde sople el viento
o el silencio,
detengamos la muerte
del recuerdo,
tal vez el tiempo,
barro y raíz del horizonte
donde habita
el asombro.
Somos las curvas
y estaciones de un abrazo,
su lenguaje
de música o silencio,
la savia que revive
del cuerpo o de los sueños,
lo que resiste o amanece:
La espiral del tiempo
y hay que estar
mentalmente preparado
para afrontarlo.
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