Las pequeñas muertes
de cada día:
El insecto distraído
que quedó para siempre
sepultado entre
las páginas de un libro
y quisiera ser
esa flor delicada
que guarda una novia
en su recuerdo.
El cabello que deshoja
su mínimo otoño
entre las sábanas
y la memoria
y allí vuelve a jugar
con el aire
como una cometa
en las manos de un niño.
La nube dormida
sobre la tarde
que en un momento
es hilacha y vacío
y se queda un instante
entre tus párpados
para decirte
cuánto duele el olvido.
Lo que era cotidiano
y desaparece de repente
obligando a construir
un futuro que ni la más
fértil imaginación
podía haber previsto.
2 comentarios:
Me parece muy real y bueno.La comparto.Gracias
Gracias a ti.
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