martes, 20 de agosto de 2024

POESÍA: FLORES AL DIFUNTO


El cazador guerrero

contempla el cuerpo inerte

de un hermano de su tribu.

Lo mueve, lo patea, le ruge,

espera días completos

indagando cualquier

movimiento que señale

que todo ha sido

un sueño prolongado.

El cuerpo se asemeja

a un tronco seco,

se arruga, lo visitan

los insectos

y los ojos se nublan

día a día

apuntando al misterio

de la nada.

El cazador guerrero

permanece en vigilia

ante la inútil esperanza

de un retorno a la vida

que nunca volverá.

El hermano es carroña,

huele mal,

un grupo de alimañas

gotea su saliva.

El cazador guerrero

coge flores perfumadas

cubriendo el hedor

de su cadáver.

Lo cubre con las flores

de esencias más potentes

para guardar el cuerpo

del hambre circundante.

Tras cincuenta mil años

seguimos visitando

con flores a los muertos.

No es ternura, ni homenaje,

es olor que lo camufla

desde los viejos tiempos

de lo humano,

la primera noción

de respeto y salvaguarda.

El primer gesto humano

vencido por lo inútil.

El primer gesto humano

de bondad

que ha llegado inconsciente

a nuestro tiempo.

No hay comentarios: