No es cierto
que la luz la crease Dios
en el primer día.
Fue Turner –desvelado
en una noche de Venecia–
el que dijo hágase la luz
y la luz fue hecha.
En el principio
fue su pincel
y hasta las nieblas
de Londres
lo reconocieron.
Luego hubo un hombre
llamado Monet
que vino a dar testimonio
de la luz entre los suyos
y los suyos sí le recibieron.
Desde entonces la luz
habita entre nosotros
llena de Van Gogh
y sus girasoles.
Me estremece pensar
en lo triste que sería
el mundo si la luz
no se hubiese
derramado por los lienzos
de estos y otros
maestros de la pintura.
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