Quizá sólo el fuego
que emana del volcán,
quizá sólo la ola,
quizá sólo el gesto
del tiempo en los ojos,
quizá sólo el alisio
que humedece el aire
y llena de nubes
las laderas del monte.
Quizá sólo la mano y la roca,
quizá la corteza,
el pétalo,
quizá el cuerpo dentro del agua.
Quizá solo la soledad,
sin muros,
de las cimas
abiertas a los horizontes,
quizá sólo el pino
con la sombra
proyectándose entretejida,
quizá los caminos
de los astros en la noche,
quizá sólo la alborada
de madera y helechos.
Quizá mirar a una mujer,
quizá algunas
palabras antiguas,
quizá sólo la voz,
el canto como un amparo,
el trazo más puro del sueño,
quizá mis manos,
sedientas de luz,
quizá mis pies
hundiéndose en la arena.
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