martes, 25 de junio de 2024

POESÍA: PERROS


Qué saben los perros

que no sabemos nosotros.

Qué conocen, qué intuyen,

qué nos quieren decir.

Esos ojos tan tristes.

Por qué nos miran fijo

y tan adentro

como si al tiempo

de querernos tanto

existiera algo nuestro

que no acabaran

nunca de entender.


Por qué entonces su entrega,

su llanto inconsolable

cuando nos ven partir.

Por qué luego, al regresar,

tan sólo a ellos

les confiamos los pasos

que a nadie más decimos

si sabemos que esos

ojos tan tristes

lo irán contado todo por ahí.


Por qué nos aman tanto

si saben de nosotros

tantas cosas

que es mejor no saber.

Por qué se dejan

siempre poner nombre.

Por qué temen al trueno.


Por qué no son cobardes

si se mueren de pánico.

Por qué ladran

en mitad de la noche.

Por qué amanecen luego

tan contentos,

aguardando en la puerta,

con incansables ganas de vivir.


Por qué saben que el juego

es la única tregua

que nos queda.

Por qué son como niños,

o eso al menos pensamos,

como si no fuera posible

compaginar ternura

y madurez.


Qué bondad descubrieron

en nosotros

que no fuimos capaces

de dar a los demás.

Por qué mueren un día

y nadie entiende

el inmenso dolor

del que ya sabe

que al perderles también

pierde lo mejor de sí mismo.


Ese trozo de ser

que nuestros perros,

cuando nos miran fijo,

de algún modo descubren,

aunque también

que hay algo de nosotros

que no acabaron nunca

de entender.

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