Ese hombre
muestra en su soledad
como se van quedando
en la mirada
trazos de fatiga y ausencia.
Quien observa,
reflexiona y recorre
una íntima historia
personal;
sabe que los versos
nacen al calor del silencio,
son terapia
y necesidad de vuelo,
una manera de subsistir.
Son también
la huella firme
de los que no están,
de aquellos
que abrieron los ojos
y las manos
para compartir
la emoción del abrazo
o sembraron la tierra fértil
de los sentimientos,
aunque un día
se agostara hecha
melancolía y sosiego,
negándose a afrontar
la última mudanza.
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