viernes, 24 de mayo de 2024

POESÍA: NAUFRAGIO


Tras el naufragio,

los restos del cayuco

se extienden

como mortajas en un mar

cuyo sonido recuerda

al aullido de los lobos

ante la tormenta.


El dolor incalculable

sólo se puede comparar

al volumen de un océano

ensordecedor

que volvió aún

más vulnerables

a los que ya lo eran

incluso antes de partir

por las condiciones

en que lo hicieron.


Las lágrimas

resbalan por las rocas

de la costa

para unirse a la sal

de esa manera

que devolvió cadáveres,

cuerpos entumecidos

y manos sin futuro

que llevarse a la boca.


Todo queda en el mar

y en el mar

los bosques permanecen.

En las playas,

los abrazos de los que

finalmente murieron.

Todo se convierte en algas,

alimento de nuevos sueños

que volverán a intentar

convertirse en realidad

y nos recuerdan

que nuestros cuerpos

no son eternos.

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