Digo
y el sonido es distante.
Pero sé que digo,
sé que hay lenguaje
más allá del caos
donde los brazos abiertos
tocan el borde del herir.
Amanecerá,
como otra forma
de quedarse
la vida
que no se detiene.
Mi voz insiste.
El amor
es un verbo
que a veces no se conjuga
cuando queda convertido
en un animal salvaje
herido de muerte.
Ahora solo aspiro
a que tras la tormenta
reine la calma
porque caminando
sobre una cornisa
cualquier aire es tempestad.
Prefiero el silencio
cuando ya no hay
nada bueno de lo que hablar,
elijo ser egoísta
si ya no existe
nada bueno que dar
o recibir.
Elijo huir de la necesidad
de acercarnos
para arrojar todo
lo que ya no se puede
contener
o para convencerme
de que he de cuidar a alguien
cuando he olvidado
cuidar de mi mismo.
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