domingo, 26 de mayo de 2024

PINTURA: MANABU IKEDA


La idea de los residuos convertidos en una masa única e indefinible sirvió al artista japonés Manabu Ikeda (1973) para componer una enorme obra de 12 metros cuadrados, basada en la demoledora capacidad destructiva de los eventos encadenados, pero también en la superación tras el desastre. El cuadro, titulado Rebirth (Renacimiento) mide 3,96 por 3,04 metros y el pintor empleó tres años y medio, con una dedicación diaria de unas diez horas para terminarlo.

El tema de Rebirth —al menos eso piensa el espectador cuando contempla la obra desde lejos— es un árbol en flor que emerge del mar, usando temáticas, la botánica y las olas, muy queridas desde tiempos ancestrales por los artistas japoneses.

Pero al acercarse a la tela los detalles emergen y se aprecia como el tronco del árbol se alimenta de los detritos que viajan sobre una gran ola. Una montaña rusa, rótulos, farolas, casas, autobuses, camiones, personas…Los detalles, conseguidos gracias a un uso preciso del dibujo con y tinta acrílica de colores, son de una minuciosidad sorprendente: automóviles con las carrocerías aplastadas e insertadas unas en otras, la vía arrugada como si fuese un retal de tela de algún parque de atracciones, rótulos comerciales, señalizaciones de carreteras, farolas de iluminación urbana, autobuses, camiones, casas, remolques, siluetas de animales, plantas, personas, flores formadas por tiendas de campaña e instalaciones de emergencia. Una descarada muestra de lo que le hemos hecho, y le seguimos haciendo al medio natural. 

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