sábado, 13 de abril de 2024

REFLEXIÓN: LA VIDA


Soy un jubilado. Cuando comenzó esta última etapa, tenía la vaga idea de que entraba en un mundo donde por fin desaparecían las prisas, las malas sombras y el estrés que me ocasionaba mi trabajo. Pensaba que ahora tocaba relajarse y disfrutar de las pequeñas grandes cosas que me gustan de la vida. En parte tenía razón, el problema es precisamente que solo es en parte. Porque esto de vivir puede ser muy puñetero de repente, independientemente de la edad que se tenga y de las actividades que uno realice, tengan que ver con el trabajo o no y sorprenderte con problemas que, cuando marcas tu calendario personal para la llegada de la jubilación, ni siquiera te habías imaginado.

Cada año se jubilan, más o menos jubilosamente o a la fuerza, una gran cantidad de personas y cada cual se retira a su estilo. Desde los que quedan a comer todas las semanas con los compañeros que han dejado atrás, a los que desaparecen del radar y pasan, figurada y literalmente, a mejor vida.  Muchos se encontrarán desubicados sin saber muy bien lo que hacer y echarán de menos los tiempos de la dictadura del reloj. Otros pueden aprovechar para en la nueva etapa, hacer realidad unos sueños demasiado tiempo aplazados. Muchos deberán intentar sobrevivir con una pensión que les obligará a realizar verdaderos milagros para salir adelante cada mes. Supongo que los que peor lo llevarán serán los que se han considerado imprescindibles en el mundo laboral y no aceptan pasar a un segundo plano, sea cual haya sido su idea del primero, y, en su soberbia, creen que, después de ellos, el caos. Estos me irritan tanto como me conmueven. Entiendo que no les debe ser fácil irse del sitio donde han pasado tres cuartos de su vida y han sido todo, sobre todo si lo de fuera no basta para saciar su sed de protagonismo y reconocimiento, seas el gran jefe o el último indio. Personalmente, yo aspiraba a hacer un discreto mutis por el foro y dejar un buen recuerdo en la gente a la que le di, y me dio, lo mejor de mi trabajo. Y disfrutar de la familia, del hogar, de mis animales y a tener una pequeña dosis de la felicidad que esa manera de vivir me proporciona.

Luego llega la vida, siempre la vida, y te muestra que nadie está a salvo de que todo se tuerza. Cualquiera, jubilado o no, puede en cualquier momento experimentar que todas las decepciones pueden estar a su alcance. 

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