miércoles, 3 de abril de 2024

OPINIÓN: LO DE TELEFÓNICA


El gobierno ha decidido que un trocito de Telefónica vuelva a manos del Estado español. Ha sido una noticia económica que nos ha propulsado hacia el pasado, a los tiempos en que culminó su privatización. La recompra que se ha producido en estos días tiene como finalidad frenar la internacionalización de la propiedad, porque saltaron todas las alarmas al saber que un fondo saudí se había hecho, sin demasiado ruido, con el 10% de la compañía. Lo que significa este desafío es el reconocimiento oficial, por fin, de que existen empresas que son estratégicas para el país. Algo que se nos negó hasta la saciedad cuando tocaba desprenderse de ellas. Su privatización combatía la magnitud monopolística y se completó cuando Aznar nombró presidente a dedo a un fiel compañero de pupitre. Ya de antes miles de trabajadores habían pasado a empresas externalizadas en una limpieza laboral asombrosa y gracias al impulso de la Bolsa se afianzó un crecimiento rotundo.

La pieza más indispensable en la digitalización del país estaba por fin en manos privadas. Era cuando se nos vendía como fantástica una gestión económica basada en desprenderse de activos estatales. Algo así como si un padre de familia presume de lo bien que le van los negocios porque ha sumado a su balance la venta de la casa en la que vive con sus hijos. El último 21% de Telefónica lo vendimos por 3.786 millones de euros. Ahora la aspiración es llegar a recomprar en torno al 10% y será curioso ver cómo salen los números. La privatización de nuestras empresas estratégicas hizo millonarias a señaladas familias. La recuperación de al menos una parte referencial para no perder del todo su vínculo nacional nos va a costar cara. 

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