domingo, 28 de abril de 2024

OPINIÓN: ESTA SERIE NO ACABA EL LUNES


¿Cómo acabará esta inesperada historia que estamos viviendo con Pedro Sánchez como protagonista? No lo sabemos, pero lo que resulta seguro es que el lunes no se resuelve la incógnita, sino que solo empieza. Esta no es una serie de intriga en la que ese día habremos resuelto el enigma, sino el comienzo de una nueva temporada que desconocemos cuántos capítulos tendrá. Y, como en las mejores series, cada capítulo estrena también director.

En realidad, la perplejidad en la que nos ha sumido Sánchez no debería ser tal, porque el presidente solo está siendo fiel a sí mismo. Su movimiento es coherente con su salida en 2016, cuando acuñó el no es no y se largó del Congreso por no votar la investidura de Rajoy. Este Sánchez es aquel Sánchez y quien crea que lo hace para aferrarse al poder —uno de los marcos mentales que han logrado imponer los que le odian— corre el riesgo de equivocarse. No se aferró en aquel momento y es dudoso que este movimiento tenga ese objetivo, puesto que cualquier solución (irse o quedarse) solo recorre el camino entre la rendición total y la debilidad acrecentada. No hay buena salida a esta crisis. Tampoco recorrer España en coche en busca de apoyos, como en 2016.

El posible hundimiento de su Presidencia tampoco salva a la derecha de su propio fango. Al igual que ocurrió con el adelanto electoral del 29 de mayo, que dejó a Feijóo perplejo aunque él mismo lo había pedido, su eventual salida también puede pillarle inerme. ¿O alguien recuerda alguna idea de Feijóo que no sea su obsesión con Sánchez? ¿Contra quién gobernaría Ayuso? Una salida de Sánchez también puede vaciar de contenido al PP, incapaz de formular propuestas de gobernabilidad en una España plural donde las pulsiones nacionalistas son capaces de hacer temblar al país.

Ninguna salida es buena, por tanto. La única certeza es que las incógnitas no se resuelven. Solo han empezado. Y que la serie que nos tiene pegados a la pantalla tiene un peligro aún mayor: perder audiencia. La desafección sigue adelante.

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