Vienes a mí,
fragilidad del universo.
Vienes y me pides
algo de comer.
Pero no guardo
nada en mis alforjas,
por tanto te ofrezco
solo mi regazo.
Y te sientas aquí
y callamos.
Fragilidad, mía
y del universo,
duerme aquí
para que se unan
tu fragilidad y la mía
siempre en mi regazo.
No te marches,
pues sin ti me pierdo
en la muda ilusión
del silencio que se diluye
como una gota diminuta
en medio del mar.
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