sábado, 24 de febrero de 2024

POESÍA: AGUA


Las galaxias aún

no habían parido,

el universo estaba

prediciéndose,

sin embargo,

recuerda su existencia

incluso más allá

del comienzo,

es una regresión

a aquel origen

en el que los anfibios

no sabían

que mundo preferir.

El nuevo día nace

y de repente la vida

es un presagio de lo viejo.

Aquel niño que fui

cierra los ojos,

se sumerge en el agua.

Profundamente sabe

de una forma sencilla

y explosiva

―de ese modo

que a veces

nos asalta de golpe

el dolor de estar vivos―

que es la misma agua. 

La que bebió su madre,

la misma que dio origen

a aquel líquido

amniótico en el que buceó

desde el primer

instante de su vida.

Es el agua

del Nilo faraónico,

hielo del Himalaya,

de un mar que se ha

secado hace milenios,

el agua que bebiera

aquel Adán

y que luego expulsada

vuelve al ciclo,

es la gota que cae

de un grifo mal cerrado

y perfora en la noche

los oídos,

agua de cualquier lágrima,

el agua que le abraza

con una recurrente

incertidumbre.

Siempre la misma agua,

su levedad perfecta, 

pero que ya no cae del cielo.

¿A dónde se la habrán

llevado las nubes? 

¿Dónde está la lluvia? 

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