martes, 20 de febrero de 2024

OPINIÓN: AYUSO Y SUS AYUSADAS


Es imposible entender una visión del mundo como la que tiene Isabel Ayuso, un pastiche ideológico a lo Milei, a caballo entre el anarcocapitalismo y el neoconservadurismo. Apesta a macarrismo pijo, insulta a la inteligencia y al deber moral que ha de tener cualquier persona de bien. Se ha atrevido a decir que las personas mayores abandonadas deliberadamente por su gobierno en las residencias, sin asistencia sanitaria ni tratamiento ni paliativos, "iban a morir igual". Sumaba así a su crueldad moral la crueldad retórica de la pura frivolidad. Ayuso y sus muchos fans, incluyendo los que aplaudieron sus palabras en la, Asamblea de Madrid, coquetean con la crueldad a diario. Estamos hablando de la estructura ética de la democracia: la crueldad es el mal supremo, algo inexcusable que deberíamos odiar mucho más que cualquier otro mal. Si no es así, la democracia no nos sirve de nada. La falta de empatía es otra cara de la crueldad, lo opuesto a la mirada humanista. Hace que se mire al otro proyectando nuestros miedos y fantasías, provocando una ansiedad a la que reaccionamos apartando nuestra mirada o comportándonos con condescendencia, especialmente con aquellos a quienes percibimos como vulnerables. Esas sensaciones las vivimos con vergüenza. Lo que hacen los impresentables dirigentes políticos populistas como Ayuso es despojarse de esa carga moral y actuar sin dejar espacio alguno para el arrepentimiento. Es lo peor de lo peor, no hay por donde cogerlo. 

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