Si aún celebro,
agradecido,
la luz que me amanece;
si aún espero
esta hora clara
para arrojar al mar
las sombras de la noche,
las asechanzas y los nudos,
tantas palabras transitorias;
si busco,
frente al oleaje,
la línea que dibuja
el horizonte
y hago
de esa mirada limpia
una súplica o un himno;
si todavía soy
como el viajero
que confía en su suerte
y sabe,
al respirar,
cuánto ama
esta aventura irrepetible,
no habrá temor o daño
al que tema
en lo que me resta de vida.
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