Los efectos quebradizos
de la vida
hacen de la pérdida
un quehacer natural,
también la destrucción
está en lo bello.
En la Naturaleza
que prematura hunde
los territorios fértiles,
en la flor extinguida,
abatida por todos
los pronósticos
de la hojarasca,
en el cuerpo tendido
ante la mesa
que exhala sus motivos
para morir,
en la tarde
descargada de luz
que va dando al ocaso
o en la ruina indeleble
de las murallas
o en que la Historia
está llena
de imperios desaparecidos.
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