Ninguno de nuestros
fracasos puede
ser modificado.
Ninguna de nuestras
alegrías, efímeras
soledades congeladas.
Ninguna de nuestras
negaciones pueden
ahora afirmarse
como ninguna
de nuestras afirmaciones
quedarán en silencio.
Todo fue múltiple
y olvidado.
Todo, uno y recordado
en el orden
inevitable de los ladrillos
al descubierto.
Voy construyendo
el edificio de la memoria
con las filas horizontales
de los caminos torcidos,
los que nunca
quisimos transitar,
los que no dejamos
de hacerlo a cada momento.
Nada nos pertenece
si nada somos
capaces de recordar.
Nada somos
si le damos la espalda
al pasado.
Menos que el polvo
de una conversación
olvidada.
Menos que las arrugas
del paso del tiempo
sobre las sábanas.
No somos más
que nuestros
escasos recuerdos.
No somos más
que nuestra capacidad
de inventarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario