Maria Melania Klingsland, conocida profesionalmente como Mela Muter, nació en Varsovia en 1876, cuando el territorio se encontraba bajo dominio del imperio ruso. Pertenecía a una acomodada familia de comerciantes judíos que fomentó su sensibilidad y su interés por las artes. Sus creaciones pictóricas tomaban la trascendencia del expresionismo alemán y sus oscuros contrastes lumínicos, con marcados perfiles de las siluetas, como hicieran los postimpresionistas, a las que fue incorporando colores más brillantes similares a los del estilo fauvista a medida que pasaban los años, hasta lograr una producción artística muy particular y reconocible.
Santa Familia (1909) es un ejemplo paradigmático del estilo y las temáticas que caracterizaron la obra de Mela Muter. Según el título, la pintora ha querido inmortalizar en este cuadro el célebre tema religioso de la Sagrada Familia, pero no siguiendo los esquemas tradicionales sino reinterpretándolas el según su estilo y, sobre todo, sus convicciones personales. Así, la obra nos muestra a primer término la Virgen, su madre Santa Ana y dos bebés que deberían ser el niño Jesús y su primo San Juan Evangelista. San José, el único hombre adulto del grupo, aparece relegado al fondo de la escena, una solución que permite a la artista reforzar y remarcar el protagonismo femenino de la composición.
Las figuras, totalmente alejadas de los cánones clásicos, aparecen vestidas con la ropa tradicional de la Bretaña y se encuentran frente a una de las casas típicas de la zona, que Mela Muter había visitado hacía poco a raíz de una estancia en la ciudad costera Concarneau. De este modo, Muter nos presenta un tema clásico reinterpretado según unos parámetros totalmente contemporáneos y costumbristas, y donde la única evocación al carácter religioso de la escena lo encontramos en las aureolas de la Virgen y los dos niños.
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