Con las fiestas de Navidad ya encima, ninguno de nosotros quiere pensar en la muerte, pero alguien sí está pensando en ella y no precisamente la muerte misma, es gente como Netanyahu, como antes Hamás o Putin desde que se lanzó a devorar a Ucrania como el gigante de un cuento a sus víctimas. El lenguaje de la violencia ha regresado al mundo en este 2023 y se impone sin que la mayoría lo hayamos convocado. También el lenguaje de la fractura, no hay sino que escuchar a las derechas extremas para comprobarlo.
Los antídotos están ahí, al alcance de todos. Los libros y las películas hablan de nuestra época de forma tan asombrosa que nos sorprenden anticipándonos sensaciones que aún no habíamos verbalizado. Por eso leer o ver buen cine es vivir, es adelantarse, es metabolizar de antemano todo lo que nos puede llegar.
En una entrevista que hizo Martín Caparrós a Juan Rulfo en 1983, tres años antes de morir, el periodista argentino le preguntó: “Ya le han hecho tantas entrevistas… Debe tener todas las respuestas estereotipadas”. A lo que el autor mexicano respondió: “Al contrario, me sé las preguntas, pero las respuestas no. Cada vez tengo menos respuestas”. En realidad, estas ya se le habían escapado y siguen habitando en Pedro Páramo y El llano en llamas, sus dos únicas obras porque, según decía, solo tenía dos huecos en la estantería y ya los llenó.
En ellas estaba también su inmensa manera de reflexionar sobre la muerte, la misma que nos mira fijamente y que Netanyahu y Putin están decididos a sacarla a pasear. Por ello estamos obligados a llevarles la contraria y celebrar la mejor navudad posible que esté a nuestro alcance. Sin necesidad de alharacas, teniendo presente a quienes sufren, con libros, películas y la mejor gente posible alrededor. ¡Felices fiestas si son solidarias y en paz!
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