Crees saber quién soy,
y te equivocas.
Tú puedes desandar,
paso por paso,
toda la historia,
todos los detalles
que dibujen un rostro,
pero no seré yo
quien esté dibujado
en ese rostro,
aunque sea mi rostro
el dibujado.
Cualquiera que no sepa
de mí lo sabe todo.
Yo no sé quién soy yo,
pero estoy en lo cierto.
Esta acumulación de paradojas
exige una pausa
y una justificación.
(Las palabras se pueden
urdir y desurdir
hasta no decir nada,
queriendo decir todo.)
Cualquier hombre
es ninguno, y es legión
y es nadie y uno mismo.
Y ahora que ya lo sabes,
date cuenta:
estás equivocado por completo.
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