martes, 6 de junio de 2023

OPINIÓN:LAS PRÓXIMAS ELECCIONES


Aprobado ya el primer curso de trumpismo en las elecciones autonómicas y municipales, nos matriculamos en segundo, cuyo manual arranca así: los pucherazos lo son solo si perdemos; si ganamos, nos olvidamos.

Ayuso arrojó sombras en vísperas del 28-M sobre un supuesto pucherazo de Pedro Sánchez que no debió funcionar, puesto que el PP ha arrasado. Y ahora arroja sombras sobre un adelanto electoral que se produce en la primera fecha disponible y que ella (y Feijóo) atribuyen a un intento de que coincida con el éxodo vacacional. Poco deben fiarse de sus votantes si temen que van a abandonarles tan fácilmente por la hamaca, ajenos a la urgente causa del antisanchismo, mientras los de la izquierda resisten estoicamente los 40 grados para aferrarse al poder. Las artimañas no tienen límites. Por cierto, que el presidente del PP, ahora despotrica contra unas elecciones en verano, cuando él ya convocó en su momento unas en Galicia en fechas parecidas. Es lo que tiene estar en contra de la memoria histórica, que te permite manipular lo que ocurre, a tu gusto. 

Lo cierto es que, más allá de reprobar ahora la anticipación de elecciones que el PP pidió, comienza la pugna. Y que no se diferencia tanto la supuesta moderación del PP de lo extremo de Vox. Ambas papeletas esta vez no ofrecen siglas, sino que se presentan para demoler las políticas de la coalición y su programa electoral no puede ser más fácil: dar marcha atrás. En memoria histórica, en vivienda, en la derogación de la sedición, en la reforma de la malversación y en impuestos. Las guerras culturales han pasado a primer plano y las políticas europeas que han arrojado ingentes fondos de recuperación, compromisos de transición energética y una modernización del papel de España en el mundo se heredarán sin alharacas. Frente a eso está la opción de construir el muro que frene la ola conservadora que intenta el revival en EE UU, que avanza en Europa y que en España adquiere —es verdad— tintes trumpistas.

El combate va a ser fiero. Y es desigual. Mientras el PP comparece muy fortalecido tras ganar dos millones de votos y simula apartar a Vox, todos sabemos que cuenta con la ultraderecha en auge para consolidar su posición. Su muleta es de acero valyrio. El PSOE, por su parte, que perdió más de 400.000 votos el domingo, cojea sin algo equivalente. El hundimiento de Podemos convierte en una tarea difícil la forja de ese nuevo espacio, Sumar, que no tendrá un gran entusiasmo por visibilizar a los dirigentes estrellados, que ni siquiera han comparecido aún para hacer autocrítica por el desastre electoral al que han llevado al partido. El paso atrás de Garzón, que renuncia a estar en las listas, señala el mejor camino para los demás.

El trumpismo se ha hecho real en la derecha española. Y la extrema derecha, que va a estar presente en multitud de gobiernos municipales y autonómicos gracias a los pactos con el PP, tiene posibilidades reales de entrar a formar parte del gobierno nacional en la próxima legislatura. Frente a la realidad de ese peligro, solo queda movilizarse para pararlo. No valen abstenciones, ni pensamientos de que la política no va conmigo porque el resultado pueden ser cuatro años en los que va a estar contra ti, contra mi, contra todos y todas. Esta vez la cosa va de que los tenemos que parar, esta vez va de que debemos resucitar de nuevo el "No Pasarán". Por eso, no tengo dudas, yo quiero Sumar. Y exijo que nadie dentro de la izquierda maniobre para quitarme esa esperanza con fines personalistas, no podría perdonarlo nunca. 

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