miércoles, 10 de mayo de 2023

PINTURA: WINSLOW HOMER


Pongamos por caso una noche de verano frente al mar. Si cerramos los ojos, es probable que en primer lugar surja el sonido de las olas.

Sobre este lienzo de Winslow Homer, la noche exige crear fuentes de luz. El pintor ilumina a las mujeres que bailan con luz eléctrica, o de gas, desde el frente. El mar se cubre de notas metálicas y azuladas. Al fondo, en el ángulo derecho, sobre la línea del horizonte, un punto rojo indica la presencia de un faro. Alguien toca una canción popular, melancólica. Las mujeres bailan ensimismadas, con los ojos cerrados. Más allá, un grupo se recorta en la sombra. Contemplan el mar, ajenos a la música. Las notas se pierden bajo el sonido de las olas, en la densidad del aire.

Los dos planos se alejan, pero permanecen unidos por el movimiento. Las mujeres giran, abrazadas. Sus vestidos ondean en respuesta al fluir de las olas. El mar está en calma, pero no estático. El destello del faro advierte siempre de un peligro al acecho.

Al fondo el inmenso mar está en una especie de calma incierta. Es muy probable que en la existencia de las madres, de las esposas, de las novias o de las hermanas de los pescadores, la placidez de una apacible noche de verano quede interrumpida súbitamente por una angustiosa espera sentadas en los acantilados y contemplando el oleaje de un mar voluble.

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