Cada vez
es más notorio
el correr de los años:
todos los días,
algo nuevo
me hace notar
que envejezco
y mi propia imagen
no es más que temporal.
En la memoria,
en cambio,
los cuerpos
de los que se han ido
se mantienen
en perfecto estado
de conservación
gracias al formol
de la melancolía.
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